domingo, 12 de diciembre de 2010

MORIBUNDOS


Me encuentro sentado en el rincón de una cafetería contemplando una de esas tardes nubladas que a tantos agradan.
Acostumbro venir aquí cuando quiero alejarme del mundo para hundirme en el mío acompañado de mi soledad y un capuchino. Este lugar es demasiado tranquilo y acogedor, lejos del bullicio de las calles. A esta hora la cafetería comienza a llenarse. Veo entrar a algunas parejas dispuestas a pasar un buen rato comentando las cosas sucedidas en el trayecto del día. A mis espaldas escucho los murmullos de lo que parece una amena plática mientras las meseras van y vienen. Hay en una mesa un grupo de hombres hablando de negocios, otros más comparten conmigo la rutina de sumirse en sus pensamientos con la mirada clavada en sus tazas.
Dicen que el aroma de un buen café puede evocarte recuerdos.
Y así me sucede cada tarde, Sonia, cuando no puedo evitar pensar en ti y en tu repentina ausencia,
Sonia
Te recuerdo sentada frente a mí bebiendo de tu express y hablándome de mil cosas a la vez, contándome historias ficticias acerca de la gente que veíamos pasar a través del ventanal de la cafetería. Recuerdo perfectamente la gama de emociones en tu rostro. El movimiento constante de tus manos. La intensidad y alegría que se notaba en tu voz cuando te referías a los niños que pasaban corriendo, a las parejas de enamorados, a los solitarios ancianos….Siempre pensando en una nueva historia que contar.
Si Sonia. Esa era una de tantas causas por las que me tenias irremediablemente perdido. Tu capacidad para crear mundos alternos dotados de magia por medio de la imaginación y la fantasía haciéndome creer en ellos aún en los momentos más críticos.
Me resulta imposible olvidar esa mirada tuya, tan prístina y llena. Esa manera de dejar caer los parpados al momento de entornar los ojos. Decías que tu mirada en tiempos pasados había pertenecido a una cortesana griega y más antiguamente a una niña desamparada en el fondo de una cueva.
Pero no era solo eso Sonia. También estaba lo entero de tu sonrisa, esa forma tan única que tenias de tocarte las manos, la dilatación de tu pecho cuando estabas excitada, lo frágil y elegante de tu cuerpo.
Ah, Sonia. Tantas malditas cosas por las que me sentía bendecido de tenerte a mi lado.
Cuando éramos dos y nada más nos importaba.

La mesera interrumpe mis pensamientos cuando se acerca para llenar una vez más mi taza de café. Puedo ver su rostro endurecido por las constantes batallas con los clientes. Me doy cuenta que me observa con algo parecido a la compasión. Probablemente ella también se pregunte por tu ausencia.
Sonia.
Fue en el transcurso de una tarde como esta cuando me hablaste de esa extraña idea que se te había metido en la cabeza
-Me estoy muriendo -dijiste luego de darle un sorbo a tu café.
Por un momento supuse que estabas intentando jugarme una broma como solías hacerlo en los momentos menos pensados. Pero cuando te vi con el rostro taciturno, los hombros encorvados y la mirada perdida mas allá del ventanal comencé a preocuparme.
-¿Hablas en serio?
Tus ojos se clavaron en mí y dejaste escapar un suspiro
-No estoy enferma ni nada que se le parezca -Hablabas suave y pausadamente-. Es solo que…¿Te has puesto a pensar a donde va la vida cuando se detiene?
En ese momento me fue imposible encontrar una respuesta. Siempre con la mala costumbre de ponerme en apuros.
-No te preocupes, yo tampoco lo sé -dijiste adivinando mis pensamientos.
Tu mirada permanecía serena y tranquila con aquella expresión en tu semblante que mostraba paciencia. Esa paciencia para soportar mis ataques emocionales y mis preguntas estupidas
-Bueno -atiné a decir de repente-. Supongo que la vida al detenerse se acaba, no hay más. Pero dime, ¿A que viene todo esto?
Me sorprendió tu silencio. Que no me replicaras con tus contundentes argumentos. Te limitaste a observar fijamente tu taza como si quisieras sumergirte en aquél líquido oscuro y profundo.
Parecías asustada.
-No sé cómo explicarlo –el sonido de tus palabras era hueco y ausente-. Últimamente he tenido la sensación de que…Uhhh, de que estoy desapareciendo.
-¿A que te refieres con eso?
-Si. En este momento no estoy segura de quién soy, de donde vengo y hacía donde voy –dudaste un momento buscando las palabras adecuadas-. Todo me resulta tan vacío, como si nunca hubiera existido y mi presencia no fuera necesaria.
-Tómalo con calma ¿Quieres? Lo que te sucede es temporal. A todos nos pasa en algún momento de nuestras vidas. Lo mejor es que te mantengas ocupada en otros asuntos; en tu trabajo, practica algún deporte, toma esas clases de baile que siempre has deseado. No hay de que preocuparse.
-No lo sé –hizo otra pausa-. No es que me sienta deprimida ni nada de eso pero me siento vacía y harta de todo. He perdido la motivación y el deseo. Lo único cierto es que ya nada me importa
-¿Ni siquiera yo? -me atreví a preguntar esperando encontrar una reacción pero no me respondiste Sonia. Apartaste la mirada escudriñando mas allá de la pequeña multitud que había en la cafetería y buscando respuestas en el paisaje exterior. Tal vez no lo sabes pero a veces el silencio y la indiferencia duelen, y duelen en serio en momentos así.
-No se trata de ti -atinaste a decir cuando notaste mi creciente inquietud-. Probablemente no entiendas que cuando a alguien dejan de importarle las cosas por muy insignificantes que sean, tu vida deja de serlo y de nada sirve caminar, comer o respirar si en realidad no estas “viviendo” y solo te limitas a existir. Quizá me estoy volviendo demasiado insensible.
-O quizá te has vuelto demasiado humana y no eres capaz de soportarlo.
Esta vez no supiste que decirme. De nueva cuenta encogiste los hombros y arrugaste el entrecejo. Te había sembrado una duda y ahora era yo quien te estaba poniendo en aprietos. Así que dejé que aclararas tu mente. Que lo pensaras y trataras de entenderlo.
Pedí más café para los dos (A esas alturas ya había perdido la cuenta de las tazas bebidas) y simplemente esperé
-¿Sabes una cosa? -me preguntaste una vez que el café te dio ánimos para continuar-. Cuando era pequeña soñaba con hadas y duendes en un mundo donde me volvía etérea y nada ni nadie podía hacerme daño. Soñaba también con incendiar la luna, volar en el aire como ceniza volcánica y detener el tiempo por una breve eternidad entre otras tantas cosas que se nos ocurren a las mujeres –hiciste una pausa. Una sonrisa se dibujó en tu rostro que así como llegó se desvaneció en una fracción de segundo-. Pero ahora he perdido la capacidad de creer e ilusionarme y solo pienso en desvanecerme. Esperar que las cosas pasen, hacer a un lado el tiempo y por un instante irse, dejarlo…
Tu voz se había vuelto tan tenue y frágil y tus ojos parecían estar llenos de lágrimas que se negaban a salir. Te tomé de las manos. Estabas fría. Quisiste añadir algo pero no te dejé. Puse mi dedo índice en tus labios y quién habló fui yo.
-Eh, señora…Relájese un poco ¿Quiere? –hice lo posible por aparentar una calma que en realidad no sentía pero intenté que mi voz sonara lo mas confiable posible usando mis recursos para animarte-. ¿Por qué no juntamos nuestras soledades y nos vamos lejos y sin destino? Hagamos a un lado el egoísmo, la soberbia y el miedo inmenso que puede darnos eso que llaman felicidad y olvidemos el significado de las cosas. Solo pasémosla bien esta noche sin preocuparnos por nada, ¿Te parece?
Un destello de suspicacia apareció en tu mirada y después tu rostro se iluminó. Había conseguido la reacción que tanto deseaba y por un momento volviste a ser la misma Sonia de siempre. Después de todo era yo quién siempre estaba a tu lado compartiendo tus éxitos y fracasos ofreciéndote un hombro sobre el que llorar cuando era necesario. En situaciones así me habría dejado pegar un tiro y me habría arrojado debajo de un camión con tal de que no sufrieras ningún daño Sonia y eso tú bien lo sabías.
-Vamonos de aquí –dijiste entonces y tus palabras se volvieron una coqueta e insinuante promesa-. Llévame a casa que quiero que hagas algo por mí
Obviamente no pude negarme.

Las paredes de tu habitación lucían desnudas al igual que tú cuando te quitaste el vestido blanco que llevabas puesto.
Hicimos el amor lenta y plenamente, con pastón y sin mentiras. Con algo de nostalgia pero con el ímpetu de un par de adolescentes.
Perdí la noción del tiempo. Solo tenía ojos para ti Sonia.
Tus pupilas se dilataron haciendo resplandecer el vocabulario de expresiones en ese rostro de niña-mujer asustada. Había aprendido a descifrar cada gesto, cada emoción, cada latido sin la necesidad de palabras. Con las miradas unidas tan íntimamente como nuestros sexos.
Necesitabas el contacto tanto como respirar
No pasó mucho tiempo para que comenzaras a tener contracciones. Clavaste los dedos en mi espalda y tu aliento irradiaba calor. Más que un orgasmo al unísono fundimos los sentidos en un grito.
Simbiosis total para dos amantes solitarios.
No miento Sonia. Si hay algo parecido al cielo en la tierra aquella noche lo fue. Transportamos el cuerpo y el espíritu más allá de la dicha completa.
Ah, si pudiéramos capturar ese momento por una breve eternidad tal y como tú lo soñabas.

Cuando llegó la calma permanecimos en silencio.
El reflejo lunar se proyectaba sobre nuestros cuerpos bañados en sudor después de estar haciendo el amor como desesperados.
Seguí contemplándote durante un lapso de tiempo imposible de medir hasta que fuiste tú quién habló:
-Quiero darte a guardar mi vida –tu voz se escuchaba lejana a pesar de que tenías pegados los labios a la curva de mi cuello.
-¿Que tú quieres qué?
Una vez más dejaste escapar tu característico suspiro de tolerancia
-Si me voy quiero permanecer en ti de alguna manera. Ser un bello recuerdo y tu que me lleves contigo a donde vayas.
-Pero Sonia, no puedes seguir con esa idea metida en la cabeza
-Por favor solo escúchame, lo necesito.
Hablaste en un tono tan reverente que lo que me pediste no era una orden sino una súplica, algo vital para ti.
Entonces dejé que me entregaras tu vida
Me volví testigo de tu infancia Sonia. De la rabia y las lágrimas que derramaste a causa de la separación de tus padres. De los mundos fantásticos que te creaste para evadir esos amargos momentos. Me contaste de tu primera mascota, la cual fue tu confidente. Me hablaste de las hadas y los duendes. De tu primera menstruación y del susto que te llevaste. De tus logros y decepciones de adolescente y de tus confidencias en un diario.
Me hablaste también del primer hombre con el que te acostaste. De tu graduación y de la escuela. De tus sueños frustrados por no haber sido bailarina. Me contaste del viaje que siempre habías deseado hacer. De tus complejos y tus defectos. De tu ilusión de tener hijos. Me hiciste saber de la importancia de cada secreto, de cada recuerdo mientras ibas de la tristeza a la alegría y viceversa de una manera tan rápida que no pude evitar sorprenderme. Por último me hablaste de lo que yo significaba para ti.
Y lo guardé todo Sonia. Cada detalle. Cada momento que me habías revelado. Capturando en mi memoria más que tus palabras, tu esencia.
-Y yo que pensé que te conocía por completo –te confesé una vez que terminaste
Te limitaste a esbozar una triste sonrisa y después respondiste:
-Nunca terminas de conocer a alguien por completo
Estabas en lo cierto Sonia. Ningún hombre es capaz de adivinar cuanto de verdad hay en la mirada de una mujer.
Y sin embargo la sombra casi imperceptible de la duda no dejaba de roerme por dentro y temblaba en mis labios. Así que dejé atrás la cobardía y me atreví a preguntar:
-¿Y si en verdad te vas Sonia?
Tensaste tu cuerpo y tus pupilas sufrieron un leve sobresalto tornándose oscuras y tormentosas.
-Si me voy se queda contigo mi vida. Además...cabe la posibilidad de que regrese -sonreíste irónicamente.
-¿Quizá como humo? ¿Quizá como ánima?
Tus cejas bailotearon locamente
-Tal vez como un fantasma rondándote por las noches y haciéndote la vida imposible
-¿Es una promesa?
-Claro que lo es –respondiste y por primera vez fui capaz de descubrir la verdad en tu mirada.
Y te creí Sonia. No se como ni porque diablos pero lo hice y eso de alguna manera calmó mi furia por el momento.
-Me dueles –te dije sintiéndome impotente por no saber en realidad que pasaría.
-No sabes como te envidio porque el dolor es un signo de que estas vivo
-¿Y si…?
-Shhhh, no digas nada y abrázame.
¿Qué más podía hacer?
No hiciste muecas ni enrojeciste. Lo único que hiciste fue dejar que tus lágrimas escaparan lentamente de tus ojos trazando líneas plateadas que humedecieron mi pecho. Después cubrí con besos tus párpados, con cuidado y con amor –Si, esa palabra que tanto trabajo me cuesta pronunciar- hasta que finalmente el sueño te venció.

Al día siguiente la luz matinal nos dio la bienvenida filtrándose a través de la ventana y resaltando tu desnudez. Tu cuerpo parecía vagamente desgastado. Estabas demasiado delgada pero aun así permanecí varios minutos admirando la curva de tu espalda, tus firmes caderas, los muslos sensuales y carnosos y esos dos hoyuelos por encima de tus nalgas que tan loco me volvían. Tu piel estaba pálida, casi translúcida. Claras venas azules se dibujaban sobre la redondez de tus senos. Sentí la presión de tus piernas contra las mías. Deslice una mano acariciando tu nuca y aparte algunos cabellos de tu rostro. Respirabas tranquila y seguías durmiendo en paz contigo misma. Me levanté y vestí con cuidado. Salí de tu casa sin hacer ruido repitiéndome una y otra vez que todo estaba bien y no había nada de qué preocuparse.
Pero la tarde se encargo de volverme a la realidad.
Lo supe cuando regresé a tu casa y vi la puerta entreabierta. Todo parecía estar en orden. Tu ropa en su lugar y los platos limpios.
Pero tú no estabas Sonia. Lo único que encontré fue tu vestido blanco pulcramente doblado sobre la cama, algunos cabellos tuyos sobre la almohada y tu aroma entre las sabanas.
Está por demás decirte que me desgarré la garganta gritando tu nombre. Que pasé no sé cuántas días buscándote y que han sido días confusos acompañados de noches de insomnio preguntándome que ha sucedido contigo.
Simple y sencillamente desapareciste.

He terminado con mi última taza de café.
La oscuridad del exterior me indica que es momento de abandonar este lugar. Todos se han ido y solo quedo yo.
Los encargados de la cafetería comienzan a poner las sillas sobre las mesas invitándome a salir.
Oh, Sonia. ¿Por qué no me esperaste? ¿Acaso no0 creíste en mí?
A veces mientras me bebo mi incertidumbre pienso en dejarme morir. En ir abandonando mi vida tal como tú lo hiciste y quizá así poder encontrarnos. Son tantas las cosas que me faltan por decirte.
¿Sabes? Un hombre no es nada si no tiene a la mujer que ama a su lado. Y así estoy, con la falta vital de tu presencia. Esa sustancia que había en ti Sonia y que se había vuelto parte de mí. Busco tu voz, tu sonrisa, que suavizaban la tristeza de mis noches pero solo encuentro desesperación y dolor. Tu mirada y tu piel son inalcanzables hasta para el olvido.
¿Es así como son las cosas?
Se que a pesar de todo, tarde o temprano cumplirás tu promesa y en el transcurso de una tarde entrarás por la puerta de la cafetería sonriendo y bromeando como si nada hubiera pasado dispuesta a contarme una más de tus historias.
Porque tú, Sonia, no eres de las que prometen en vano.
Nunca lo has sido.

DAVID ETNAGEVAN

miércoles, 8 de diciembre de 2010

A L I C I A


Alicia se pasò toda la tarde decorando el pequeño departamento para la fiesta de cumpleaños de su esposo. Colgò guirnaldas de papel, pegò carteles e inflo tantos globos como de colores que acabò por sentirse mareada. Estaba preparando un platillo con queso, jamòn y galletas cuando recordó que no había recogido el pastel de Bruno. Cumplìa treinta y cinco años y ella querìa que todo saliera perfecto en la celebración. Entonces tal vez por una noche Bruno dejaría el examen autocrítico que había ocasionado la llegada de un aniversario màs.

Tràs mirar el reloj, Alicia viò que apenas tenía tiempo para ir a la panadería antes de que Bruno regresara. Metiò el platillo de queso en el refrigerador, se lavò las manos y se dispuso a salir.
Fue a buscar un abrigo y eligió el que Bruno le obsequìo cuando ella también cumplió años tres meses atrás. La panadería no estaba muy lejos pero hacía algo de frìo y aunque Bruno trabajaba duro, ganaba poco y todavía no contaban con un auto.
Al salir del departamento Alicia no pudo resisitir echar otra mirada a la decoración. Luego cerrò bien la puerta, bajò las escaleras del edificio y salió a la calle.

Alicia sonriò para si misma, imaginando la sorpresa que se iba a llevar Bruno. Sabìa que se iba a burlar de ella por haberse tomado tantas molestias para solo ellos dos. Pero también sabía, en su interior, que Bruno se entusiasmarìa. Y se alegraba de sorprenderlo; después de todo, Bruno nunca se había olvidado de ella. Por supuesto que había sido mucho trabajo sólo para ver una sonrisa deleitada y complacida en su rostro. Sin embargo Alicia sabìa con seguridad que su esposo se lo merecía.
Ademas habia guardado como regalo lo mejor para el final: Tenía dos meses de embarazo y la llegada de un hijo que habian estado buscando desde hacia tiempo terminaria por completar esa felicidad que juntos se habian prometido. Alicia sabia que no tenia los grandes lujos junto a Bruno y se habia distanciado de sus padres debido a las constantes discusiones por haberlo elegido a él y no a otros pretendientes que le ofrecian una vida mejor, pero el hecho de ser madre y estar junto al hombre que amaba lo compensaba todo.
Sumida en sus pensamientos, no alcanzò a ver el coche. Èste subió a la banqueta, a máxima velocidad y con el conductor borracho e inconciente sobre el volante. Tras golpear a Alicia por detrás, el coche la empujo través del grueso escaparate de una florería. La encargada del lugar dio un grito de pánico y llamò una ambulancia. Alicia fue declarada muerta en el acto.

Bruno sintió un ligero golpe en la espalda y volteò. Era el jefe del taller donde èl trabajaba. Siguiò al hombre a su oficina y le pidieron que se sentara. Al principio la noticia de la muerte de Alicia no le causò ningún efecto. Despues de todo, ¿Cómo podía ser cierto? Alicia, el único punto brillanre en su vida. La hermosa mujer que dejó todo por èl…., ¿muerta? No, no era posible. Se puso de pie y salió de la oficina sin decir una sola palabra.
Siguió a ciegas su rutina, observado por sus compañeros de trabajo. Estaba arreglando un motor cuando llegaron unos hombres y lo llevaron con ella. Hasta que no contempló el cadáver de Alicia no comprendió en realidad que ella había muerto.

-¿Es su esposa?- preguntò un hombre con bata blanca
-Si- respondió Bruno. La palabra apenas salió de sus labios.
Sintiò la respuesta como una loza, la notò apagarse y quiso recuperarla.
-Lo lamento tambien por el bebè -dijo el medico
Bruno se quedò congelado y mudo. La tierra se abrio a sus pies y sintiò como se le escapaba la sangre.
Luego de los tràmites. Lentamente, regreso a casa. Solo
Al entrar en la silenciosa oscuridad del departamento, su mano se dirigió al interruptor de la luz. Un sollozo apagado taladró la quietud de su pequeño refugio. Estaba en la mitad de una fiesta para uno, preparada por la única mujer a la que había amado. Preparada por una mujer que yacìa sobre una plancha de hierro.
Sus ojos llenos de lágrimas enrojecieron aún más ante la amorosa y cuidada decoración. Al ver el elaborado ramillete de guirnaldas de papel que colgaba de un puñado de globos hasta el cartel “FELIZ CUMPLEAÑOS”, se secò las lágrimas con la mano callosa, y se detuvo cuando se diò cuenta que las comisuras de sus labios habían adoptado una sonrisa: Sabía que si Alicia la hubiese visto habría sentido que todo su esfuerzo había valido la pena.
Entonces sintió la sonrisa quebrarse como una copa de vino al romperse. Fue a la cocina y abrió un cajòn, tomò un rollo de cinta adhesiva y una cajita de navajas de afeitar. Solo en la sala, sacò el álbum de fotos de su boda. Luego bajò todos los globos de la pared.
Llevó sus pertenencias a su habitación y cerrò la puerta tras èl.
Tranquilamente, Bruno se sento en la cama donde dormía con Alicia colocando los objetos a su alrededor. Tras cortar varias tiras de la cinta, las fue pegando a la piel de cada globo. Cuando terminò, los puso a su lado y abrió el álbum de fotos.
A través de una cortina de làgrimas, Bruno revisò las fotos una por una. En la primera estaba besando a Alicia con todo el amor que era posible a la salida de un teatro durante su segundo mes de noviazgo. En otra de las fotos ambos se veían tan contentos jugueteando en una playa cercana en la que habia sido su luna de miel.
Bruno sacò una de las navajas y la desenvolvió. Sus làgrimas caían libremente, salpicando como suave lluvia el primer plano de la fotografia donde estaban saliendo de la iglesia cual felices recién casados. Bruno las secò. Fueron reemplazadas rápidamente..
Tomò uno de los globos, y sus dedos húmedos resbalaron un poco. Hizo una pequeña incisión en la cinta adhesiva. Entonces el aliento capturado de Alicia voló hacía su rostro. Su respiración cálida y húmeda sopló en su cabelloo, en sus labios y sus ojos reduciendo el flujo de las lágrimas, secándolas por él como si Alicia nunca hubiera muerto. Muy despacio con cuidado infinito, Bruno sangrò el aliento de cada uno de los globos de la fiesta, excepto uno.
Antes de abrir el último, Bruno se abrió a si mismo. En las muñecas.
La lluvia de làgrimas que caìa sobre los rostros de aquella feliz pareja fue cubierta por un torrente escarlata.
Llegò el momento del último corte. El aliento de Alicia soplò suavemente sobre los pàrpados húmedos y temblorosos de Bruno.

DAVID ETNAGEVAN

EN UNA NOCHE DE METAL Y TERCIOPELO



Para Jessica la noche era mas que oscuridad,. Para Jessica la noche era el tiempo de la vida. Así tenía que ser al menos para ella. Le gustaba caminar perdiéndose entre las calles, respirar el aire nocturno y sentirse arropada por la negrura del cielo. No había más. Cuando no tienes a donde ir ni con quien hablar buscas un refugio y Jessica lo había encontrado en la noche, solo ella y su sombra bajo la complicidad de la luna.
La noche siempre la noche.
Y para Jessica, su única y leal compañía.

Había estado deambulando sin rumbo sumida en su mundo tan propio de una adolescente, lleno de sueños rotos e ilusiones vacías. El viento nocturno se estaba haciendo presente alborotando su larga cabellera. Se abotonó por completo el abrigo que llevaba puesto pero eso no bastaba para protegerse del gélido clima. Por un momento pensó en regresar a su hogar pero desechó la idea de inmediato. Quería mantenerse lo más lejos posible de las cuatro paredes de su habitación.
Cuando se dio cuenta sus pasos la habían llevado hasta la zona más céntrica de la ciudad. Las luces artificiales provenían de todas partes iluminando su silueta. Era casi medianoche y el silencio que minutos antes la envolvía había sido borrado por el ruido de autos y los gritos eufóricos de sus conductores en busca de fuertes emociones. Jessica no toleraba esas banalidades, le parecían estupideces sin sentido. Lo que hizo fue desviar su rumbo metiéndose en una calle para alejarse del bullicio, dio unos cuantos pasos y metros adelante distinguió a las dos gárgolas de aspecto maligno que custodiaban la entrada de un bar.
Jessica lanzó una bocanada de aire helado. No recordaba cuando había sido la última vez que había estado en ese lugar.
Quizá lo mejor seria entrar.
Estaba a punto de hacerlo cuando un ronco sonido interrumpió su maniobra.
Era el sonido de una motocicleta acercándose a ella.
-Hola- dijo el conductor- ¿Qué haces tan sola a estas horas y en una calle tan oscura?
Jessica respondió al saludo. La débil luz le impedía ver con claridad al conductor enfundado en cuero, pero supo que se trataba de un hombre joven al distinguir su voz a través del casco.
-Pensaba entrar al bar- dijo ella señalando con la mirada la entrada del recinto.
-Pues no pareces muy segura…Si quieres puedo llevarte a tu casa.
Jessica frunció el ceño y pensó en la propuesta pero volvió a hacer a un lado la idea.
-No, gracias- dijo después de meditarlo. Sentía desconfianza. Quizá el tipo solo estaba buscando un poco de diversión.
-Esta bien, como tú quieras- dijo el hombre echando a andar la máquina-. Cuídate…, y que las sombras te acompañen.
Jessica esperó en silencio viendo como se alejaba la motocicleta. Esbozó una triste sonrisa y sintió encima de ella la mirada compasiva de las gárgolas que adornaban la entrada del bar. Se encogió de hombros y suspiro resignada.
-Que las sombras me acompañen- murmuró antes de entrar.

Se sentó en el rincón más lejano que pudo encontrar. Había pedido un vodka y mientras esperaba recorrió con la mirada el lugar. Seguid siendo el mismo de siempre. El neón parpadeaba lanzando
destellos e iluminando a las figuras andróginas bañadas en humo. mientras las tétricas notas de una melodía daban inicio al ritual. La canción, un himno a las tinieblas invocaba a los hijos de la noche.-Lápiz labial, uñas y bocas negras, delineador en exceso sobre una base facial blanca forrados en piel, terciopelo y demás ropajes fúnebres- que ansiosos esperaban descargar sus emociones.
A Jessica en realidad nada de eso le importaba. La palidez en su apesadumbrado rostro era natural al igual que su sombría melancolía. Además estaba ese lunar en forma de gota justo bajo el ojo derecho, motivo de curiosidad entre sus congéneres.
“¡Dios santo niña, pero si pareces fantasma!” le reprochaba siempre su madre por su excéntrica manera de vestirse. Un motivo más para sus interminables discusiones.
Jessica se arrellanó en su asiento. Le hubiera gustado embriagarse y olvidarse de todo pero se había quedado sin fondos así que se conformo con darle un buen trago a su vodka dejándose llevar por la música. Permaneció un buen rato ausente casi escondida en el bar mirándose fijamente las muñecas. Sería tan fácil acabar con todo de una buena vez. Le sobraban razones pero le faltaba valor.
-Mi reino por tus pensamientos -una joven con el pelo teñido color rojo sangre la había sacado de sus cavilaciones. Era Valeria una de las del clan como llamaban a su grupo de amigos.
-Ah, hola- saludó Jessica con desgano. Hasta ese momento todo marchaba bien pero en ese lugar resultaba difícil no encontrarse con nadie.
Tras de Valeria llegaba Carla, su hermana menor; ambas vestidas idénticamente con sacos holgados, botas enormes y todo un muestrario de anillos y dijes en exhibición.
-Tenías tiempo sin venir.
-Pasaba por aquí y se me ocurrió entrar- contestó Jessica en forma cortante, no era su costumbre dar explicaciones y menos a ese par.
-Todos los del clan preguntan por ti- dijo Valeria en un tono algo exagerado para ver si picaba el anzuelo.
-Seguro- la secundó Carla-¿En donde has estado metida?
Jessica no contestó, prefirió observar la pista de baile donde las siluetas cubiertas de negro se agitaban siguiendo la oscura ceremonia.
-¡Jessy! ¿Me estás escuchando?
El grito de Valeria la había vuelto a la realidad.
-Ah, si disculpa, me distraje por un momento.
La verdad era que todo ese parloteo la estaba aburriendo.
Carla sacó de su bolso un paquete de cigarros, tomó uno, le dio otro a Valeria y antes de ofrecerle a Jessica; ella negó con la cabeza. Después observó detalladamente como ambas se llevaban el cigarro a la boca inhalando al más puro estilo de las damas fatales.
-¿Que pasa contigo Jessy?- preguntó Valeria después de una larga bocanada-. Parece que ya no eres la misma de antes.
Jessica hizo un ademán de no pasa nada. Lo cierto era que la situación no iba nada bien. Jessica no tenía ganas de hablar con ellas. Intentó cambiarles la platica pero Valeria se adelantó.
-No tardan en llegar los demás. ¿Qué les parece si mientras nos divertimos?- dijo señalando hacía una de las mesas donde tres tipos tratando de dar su mejor pose las miraban fijamente.
Jessica enarcó las cejas. Aquello era lo único que le faltaba.
Sintió la mano de Carla sobre su hombro.
-Entonces ¿Vienes con nosotras?
Jessica se levantó de su asiento y echo un vistazo al bar que ya se encontraba lleno. La música ahora era más estruendosa y la luz cada vez más intensa. Sintió que se ahogaba.
Tenía que salir de ese lugar.
-Necesito ir al baño- dijo.
Valeria quiso detenerla.-¿No estas molesta, verdad? Porque si es así no tienes que….
Pero Jessica no las escuchaba. Se había alejado dejándolas con la palabra en la boca.

La noche estaba más oscura y más fría. Era de madrugada.
Ya había dejado atrás las luces y el movimiento regresando a el silencio de las calles.
“Eres una estúpida” se maldijo a si misma. Había cometido un error entrando a ese bar y ahora tenía que regresar caminando, situación que resultaba peligrosa a esas horas y en esos lugares. No había otra opción si es que quería llegar a su casa.
Observó la luna reflejada en el esmalte de sus uñas. Apresuro el paso y avanzó lo más rápido que pudo.
Fue entonces cuando sintió algo extraño a su alrededor.
Como si la estuvieran observando.
No pudo evitar sentir cierto temor cuando escuchó un ruido lejano que cada vez se volvía más intenso.
Basta ya, susurró. No pienses en tonterías.
Pensó en Carla y Valeria. Seguramente la estaban siguiendo y habían decidido jugarle una broma.
Ya se la pagarían ese par de idiotas.
Jessica se detuvo un momento buscando en todas direcciones.
-¿Valeria?
Cero respuestas y el sonido cada vez más cercano.
-¿Carla?...Déjense de juegos que no estoy para….
Una luz la cegó impidiéndole terminar el reclamo.
Era la luz de un faro.
Jessica enmudeció cuando reconoció el ronco sonido de la motocicleta y no necesito buscar el rostro del conductor entre la penumbra.
Sabía de quién se trataba.
Y no hicieron falta palabras cuando esta vez vio las grietas en el casco, la ropa desgarrada y las manchas de sangre seca sobre el cromo de la máquina.
-Ven- le dijo el conductor extendiéndole una mano-. Que ya no es necesario que regreses a casa.
Con pasos tambaleantes Jessica se acercó, tomó la mano del hombre y subió al asiento trasero de la moto. Una lágrima corría libremente justo por encima de aquel singular lunar. Se había dado cuenta que las sombras son parte de los matices de la noche, así como todos esos enigmas que oculta la oscuridad que ya se habían vuelto parte de su existencia.
La máquina dio un rugido y comenzó a tomar velocidad.
Jessica se abrazó aun sin creerlo a la cintura del conductor y por primera vez en mucho tiempo se sintió totalmente libre.
Sabía que no estaba sola y que ya no tenía que preocuparse de nada.
Absolutamente de nada.

DAVID ETNAGEVAN

ESA PREGUNTA TAN COMPLICADA PARA TODOS




ESTE ES UNO DE MIS PRIMEROS ESCRITOS Y YA TIENE ALGUNOS AYERES. LO PUBLICO TAL CUAL PARA QUE NO PIERDA LA ESPONTANEIDAD DE AQUELLA EPOCA. EN ESTOS TIEMPOS DIFICILMENTE PODRÍA ESCRIBIR ALGO PARECIDO, AUN ASI ESPERO SEA DE SU AGRADO

Cuando era pequeño en algún lugar que no recuerdo escuché mencionar la palabra AMOR. Con la inquietud y curiosidad que todos tenemos a esa edad acudí con mi padre para que me explicara el significado de esa palabra hasta entonces desconocida para mí.
-Padre, ¿Puedes decirme que es el amor?
-Anda, ve y pregúntale a tu madre –me ordenó sin apartar la mirada del periódico
Así lo hice y mi madre trató de explicármelo como pudo
-Amor eres tu –dijo al tiempo que me besaba. Lo cierto es que no le entendí pero tuve un atisbo de lo que quiso decirme cuando vi su enorme sonrisa y un brillo especial en sus ojos.
Acudí entonces con mi hermano mayor, el sabia muchas cosas pero en esa ocasión no obtuve respuestas
-Vete de aquí –dijo encogiendo los hombros y corriéndome de su habitación-. No me molestes con tus tontas preguntas.
Así que opté por intentarlo con la hija de los vecinos. Tenía la misma edad que yo y supuse que podía saber algo
-Amor es cuando abrazas a tu perro –me dijo con esa seguridad que muestran los niños y en ese momento me pareció una respuesta sensata.
Días después en la escuela me atreví a preguntárselo a mi maestra
.Eres muy pequeño para entenderlo –me contestó dándome una palmada en la cabeza-. Cuando crezcas lo descubrirás tu mismo.
Y parece que así fue. Cuando llegó la adolescencia la pregunta volvió a aparecer. Había llegado la época de los cambios, de los primeros cigarros, de los primeros tragos de alcohol escondiéndonos de nuestros padres y desde luego de la llegada del primer beso.
Ella apareció cuando tenía quince y de inmediato me enamoré del color de sus ojos, de su fino cabello y de su extraña manera de caminar.
-Esto es el amor –me respondía a mi mismo cuando chocaba mis labios con los de ella y una de mis manos luchaba con los botones de su blusa mientras la otra se revolvía inquieta entre sus piernas. Pero todo se desvaneció cuando recibí la primera bofetada.
Quedé confundido y tiempo después cuando me hice adulto conocí a una mujer que se había hecho la misma pregunta y juntos intentamos encontrar una respuesta. En un principio todo marchó bien pero nos dimos cuenta que confundimos el amor con la costumbre y terminamos por aburrirnos el uno del otro.
Recuerdo que el día que se marchó me dirigí a una cantina para intentar olvidarla.
-¿Que es el amor? –le pregunté a uno de los parroquianos cuya mirada revelaba experiencia
-Es el motivo por el que nos encontramos aquí –me respondió levantando su botella de cerveza-. Es la causa de mis vicios y también de mis desgracias.
Salí de aquel lugar ebrio y deprimido y al llegar a una esquina me topé con una mujer de corto vestido y maquillaje barato.
-¿Acaso tu sabes lo que es el amor? –me di valor para preguntar
Ella me miró de arriba abajo y me respondió sarcásticamente:
-El amor es un momento de placer fingido que podemos venderles a todos ustedes, hombres ilusos hundidos en la soledad.
Me aleje decepcionado y metros adelante encontré a un vagabundo al que también cuestioné
-El amor es para los privilegiados. Para mí no existe pues se ha olvidado de mi –me contestó resignado.
Y desde entonces no he dejado de hacer la misma pregunta en cada oportunidad que se me ha presentado
-Amor es consagrar tu vida a la palabra de dios –dijo un sacerdote cuando visité una iglesia.
-Es ver salir el sol cada mañana. Cuidar de mis tierras y mis animales. Escuchar llover por las tardes –me respondió un hombre dedicado a las labores del campo.
-El amor es un estado de ánimo –aseguró una psicóloga
-No. El amor es una enfermedad mental –replicó un psiquiatra-.
-Es un escándalo –acusó una periodista
-Es ser leal a tus principios –me comentó un militar
-Es el respeto a tu prójimo –sentenció un diplomático
-Es una ley superior –afirmó un antropólogo
-El amor es peligroso, maté por ello –me confeso un recluso cuando me pare en una prisión.
-No es más que un truco. Tan solo una falsa ilusión –dijo un mago sacando un conejo de su sombrero
-Es una presa que se niega a ser capturada –respondió un cazador
-Es una máscara de alegría para los infelices –comentó un payaso
-Es más que simbiosis y empatía –explicó un científico-. Es el sentimiento que nos hace diferentes a todo organismo vivo. Una retribución absoluta
-Es todo lo que puedo ser capaz de plasmar en un lienzo –afirmó un ilustre pintor
-Amor es una búsqueda constante –me indicó un navegante
-Es la palabra llena de pasión que me mo0tiva a escribir –manifestó un poeta
¿Acaso crees que el amor existe? –Inquirió un filósofo-. El amor es indescifrable, lo ha sido a lo largo de la historia
-Siempre ha existido –aseguró un arqueólogo-. Solo hace falta encontrarlo
-Amor es gratitud, confianza, respeto y admiración. Es compartir todo –concluyó el hombre más sabio de la ciudad
No conforme con eso, mi pregunta fue más allá. Recorrí lugares y distancias buscando algo más y así fue como me encontré en un manicomio
-El amor es una perturbación que somos incapaces de controlar –respondió la paciente más cuerda que encontré
Después acudí con un viejo hechicero
-El amor es una broma cruel del maligno. Hace caer a los débiles y no existe pócima para combatirlo
Tardé varios días escalando una montaña hasta dar con un monje
-Es una pregunta sencilla –aseveró ese hombre cuya presencia irradiaba un aura de luz-. El amor es todo lo que te rodea. La comunión con una fuerza sagrada y suprema
Hice también lo inimaginable. Me puse en contacto con un médium para buscar una respuesta a través de los muertos.
-Por amor estoy muerta –afirmó una mujer desde el más allá-. Aquí solo habitan sombras y olvido, y de este lado dicho sentimiento está sepultado.
Ahora, después de tantos años buscando y conforme me acerco a la vejez prefiero suponer que el amor es la sombra de una sombra cuya verdadera esencia no es la pregunta sino la respuesta que habita en cada quien.
Porque podrán pasar otros mil años y la humanidad seguirá en la búsqueda con todo y los avances de la ciencia y la tecnología pero sin llegar aun al significado real de dicha palabra
Así que si tú ya la sabes, me gustaría saber cuál es la tuya…

DAVID ETNAGEVAN

viernes, 15 de octubre de 2010

VAGOS RASTROS DE ESE CONFUSO ENIGMA QUE LOS ILUSOS LLAMAN AMOR


Movimiento, ruido y luces
Suficiente para una noche de viernes, lluviosa y fresca e ideal para todos aquellos extraños en busca de emociones en la zona mas céntrica de la ciudad.
Huele a humedad y adrenalina.
Me agradan las noches como esta, llenas de sudor y hormonas donde todo es velocidad, alcohol y gritos. En cuestión de minutos las calles comienzan a poblarse de hambrientas sombras nocturnas. Veo desfilar a mi paso toda una gama de pintorescos personajes; vagabundos pidiendo monedas, prostitutas en busca del primer cliente, mimos y músicos callejeros impulsando el desorden. Puestos de dulces y artesanías. Vendedores de rosas y billetes de lotería ofreciendo su mercancía en los restaurantes que permanecen abiertos. Bares y hoteles prometiendo la máxima diversión a grupos de amigos y parejas de amantes dispuestos a exprimir el tiempo y agotar sus energías.
Mientras camino escucho el parloteo de los curiosos turistas y de las parejas que sonrientes pasan a mi lado. Otras tantas permanecen ocultas en rincones oscuros profesándose caricias y besos. La gente no deja de moverse y la lluvia ligera sigue cayendo. Es excitante cuando observas lo que sucede en el transcurso de una noche. Acostumbro hacerlo cada que se me presenta la oportunidad y no puedo evitar pensar en los encuentros y desencuentros que lleguen a darse. En las verdades y secretos que saldrán a la luz mientras se chocan las copas. En ese pequeño detalle que puede cambiar la vida de aquellos que tiran los dados a su destino. Esta noche habrá quienes ganen, habrá quienes pierdan y habrá quienes jueguen solos. Y por supuesto, también pienso en aquella cuyo motivo es por el que me encuentro dando pasos en la lluvia.
Son solo historias forjadas con sangre, lágrimas y sonrisas. Ese complejo mosaico de acontecimientos que nos marca y nos hace existir, porque a final de cuentas de historias está conformado el mundo.
Permanezco en medio del bullicio mezclándome entre las siluetas sin nombre que se agitan inquietas con esa inmensa necesidad de darle sentido a sus vidas. Podría pasarme la noche entera observando, escuchando y siendo participe de la fiesta y la algarabía pero luego de un rato decido alejarme y buscar un lugar mas tranquilo. Ha dejado de llover y la brisa nocturna me acompaña en mi caminata. Calles adelante me detengo frente a un parque un tanto abandonado. Es tan contrastante el cambio de ambiente de un lugar a otro. Aquí todo es calma y silencio, como si el tiempo se hubiera detenido y el paisaje no fuera mas que un simple retrato. De pronto la gente olvida la armonía que se puede encontrar en un sitio como este. Pero yo no. Me gusta alejarme de todo y de todos y en solitario combatir a mis demonios.
Sin embargo parece que en esta ocasión no me será posible. Escucho murmullos a mis espaldas y me doy cuenta que no estoy solo.
-Mi reino por un cerillo
Volteo y entre la oscuridad distingo a una joven mujer sentada en la banca mas oculta del parque. Tiene un cigarro en los labios e intenta obtener una ultima flama de de su encendedor al tiempo que le lanza maldiciones.
-¡Por favor enciende, no me hagas esto!
Me es imposible no sonreír ante la ansiedad y la suplica de la joven. Voy hacia ella mientras busco mi encendedor. Lo encuentro y se lo acerco.
-Sé lo que se siente estar sin fuego –le digo recordando que anteriormente me ha sucedido lo mismo
-Si, es horrible. Gracias
La joven es todo ojos y rizos. Da una larga calada a su cigarro y esboza un intento de sonrisa que no es suficiente para ocultar la mueca de dolor en su rostro que no sé porque me resulta demasiado pícaro. Mas que tristeza lo que percibo es resignación.
-No esperaba encontrarme con alguien a estas horas –dice ella y en la suavidad de su voz puedo notar cierto tono de decepción.
-Descuida. Según las estadísticas no soy precisamente la mejor compañía y se me dan mucho las cuestiones antisociales.
-Menos mal. Así me evitas la pena de ignorarte
Un segundo esbozo de sonrisa se hace presente. La joven es hermosa. Con esa belleza que se desprende de la sutil combinación de fragilidad, ternura y el singular encanto que toda mujer posee.
-Y dime, ¿no es peligroso que andes sola en un lugar tan alejado? –le pregunto dejándome llevar por la curiosidad
-Lo es y en teoría en este momento debería estar en un bar con mis mejores amigas embriagándome hasta perder el sentido pero eso no me ayuda.
No hay mucha luz de este lado del parque pero si la suficiente para darme cuenta de que la joven ha estado llorando
-Eso depende
-¿De?
-De la razón o motivo por la que deberías estar embruteciéndote de alcohol. Ya sabes, siempre existe un pretexto para celebrar u olvidar.
-Precisamente por eso prefiero estar aquí. A solas puedo ordenar mis pensamientos
-Es una buena decisión si estas pasando por un mal momento. Probablemente de tus amigas solo estarías recibiendo palmaditas en la espalda y frases insulsas como “todo irá bien” y “estoy contigo”
-¿Tan obvia soy? Creo que lo mejor sería suicidarme
-Opciones sobran
-Gracias ¿eh?. Que amable eres. Lo cierto es que quisiera seguir llorando por un tipo que no lo merece. Ya lloré demasiado por él y no pienso volver a hacerlo por nadie.
-Eso suena muy tajante. ¿Tan mal te ha ido?
-Soy parte de la historia de siempre. Me enamoré perdidamente de un hombre con el que estaba a punto de casarme. –Ella extiende la mano y me muestra la sortija de compromiso que adorna su dedo anular-. Pero hace unos días lo encontré en la cama con otra mujer.
Imaginaba algo así. La mirada de la joven vuelve a nublarse y lucha consigo misma evitando las lágrimas. Hay mucha fortaleza en esa figura tan menuda.
-No entiendo como algo tan fuerte en un instante se rompe con tanta fragilidad –ella hace una pausa, respira profundamente y continua-. A él lo elegí de entre todos los hombres del planeta para amarlo, ser suya, formar una familia y vivir y morir a su lado. Creí que él era la persona adecuada, quien nunca se iba a cansar de decirme que era hermosa y siempre iba a quererme y protegerme
-Así funciona eso que los ilusos llaman amor. No siempre se obtiene la misma retribución y cuando eso sucede es imposible evitar que uno de los dos salga lastimado. Quizá tu diste todo e hiciste lo que estaba a tu alcance, pero seguramente él pensaba otra cosa y se dio cuenta que tu no eras la elegida.
-Eso no es justo. Me lo hubiera dicho y así no hubiera gastado mi tiempo y mis energías con él. Me utilizó y destrozó mi vida dejando un hueco muy grande en mi pecho imposible de reemplazar.
-No es para tanto. Se acaba el amor pero no la vida. Eres una mujer guapa, inteligente y con muchas cosas por conocer.
-Bahh. El amor es una mierda
-Y hay a quien le gusta hundirse en ella. Tu no pareces de es clase de personas
-Pero si parezco una de tantas estúpidas que se dejan engañar
-No ganas nada culpándote ni culpándolo a él. Un sabio escritor solía decir que en la vida como en el ajedrez después del jaque mate, el juego continua.
-La parte que no entiendo es como alguien puede decirte que te ama un dìa y de una manera tan facil cambia de parecer y manda todo al diablo al dia siguiente
-Esa duda nadie ha podido resolverla. Por ello muchas veces optamos por ponernos una venda en los ojos
-¿Sabes que es lo peor que la pasa a un corazòn roto?
-Que ya no es capaz de sentir como antes
-Si. Hay sentimientos que ya no regresan
La joven encoje los hombros y guarda silencio. Mantiene la vista fija en su sortija girándola entre sus dedos. Está confundida y angustiada
-¿Crees que debo tirarlo o devolverlo?
-¿Qué?
-El anillo. Significaba tanto para mi
-Es natural que te resulte complicado deshacerte de algo tan valioso. Pero es solo un objeto simbólico en donde ves reflejados los mejores momentos de esa relación. Aunque también cabe la posibilidad de que quieras conservarlo porque inconscientemente esperas una reconciliación.
-No. Eso jamás. Lo que me hizo es imperdonable. Me ha estado llamando y no deja de buscarme pero no quiero saber nunca más de él.
-Entonces lo mas prudente es que devuelvas ese anillo. Mantente firme en tu decisión, no guardes rencor y que no te gane el sentimiento.
-No es nada fácil terminar una relación y empezar de cero. ¿Qué hacer cuando el amor de tu vida te decepciona?
-Olvidarlo y dejarlo de amar. Es lo que dicta el sentido común.
-Mi corazón dicta otra cosa y no se si pueda lograrlo. ¿TÙ que harías en mi lugar?
-No lo sé. Hasta ahora no me he encontrado en esa situación. Entiendo que toda emoción tiene dos filos y toda historia de amor conlleva una pérdida pero únicamente de ti depende si te hundes o lo superas.
-No cabe duda que la traición, la mentira y el engaño pesan mas que la fuerza del amor y eso resulta doloroso.
-Ahí tienes. El dolor es una buena señal de que sientes y estás viva
-El costo es muy alto
-Tómalo como una buena enseñanza. De los golpes mas bajos se aprende bastante
Ella hace un gesto de incertidumbre. De pronto parece una niña abandonada, insegura y desprotegida. Tengo la mala costumbre de no saber que hacer en situaciones como esta. Soy pésimo consejero y hay ocasiones en las que si hablo resulta contraproducente. Así que decido quedarme callado. La joven se da cuenta de mi inquietud y opta por pedirme lumbre para encender otro cigarro.
-Y a todo esto ¿Qué me dices de ti?
-¿De mi?
-Si. ¿Quién eres? ¿A que te dedicas?
-Soy un simple mortal que respira la noche. Me dedico a las artes, a beber buenos vinos, a plasmar la sustancia de lo que existe, lo que no existe y de lo que me gustaría que existiera…Ah, y ocasionalmente a encender cigarros a damas ocultas en los rincones de un parque.
-Ja ja. Lo supuse
Por primera vez su sonrisa es autentica y eso le da un toque especial a la charla. Hay en ella Hay en ella esa mezcla de seducción y reto, detalles en los que las mujeres son especialistas.
-Pero cuéntame, ¿A que se debe que también andes solo por estos rumbos?
-Voy a donde mis pasos me llevan. No tengo un destino.
-Al menos no estas aquí por una decepción ¿o si?
-Las decepciones, los fracasos, los remordimientos hay que hacerlos a un lado. No es sano llevarlos a cuestas.
-En otras palabras quieres decir que tampoco la estas pasando bien
-Con altas y bajas como todo mortal
-Y en este momento ¿Hay alguna chica en tu vida?
-Hay varias
-Ja ja. Hombre tenías que ser
-No es eso. Solo que no me imagino despertando cada día al lado de la misma mujer.
-Eso suena muy cruel
-Mas cruel es engañarse uno mismo
-¿Por qué lo dices?
-Sucede que no tolero a la gente débil que va por la vida con la etiqueta de victima buscando que otros llenen sus vacios y resuelvan sus problemas
-Pero no todas las chicas son así
-Claro que no. Dejando atrás a una que otra bomba de tiempo y a las que no ocultan su condición de aficionadas a la nieve en general la paso bien.
-Lo sospechaba. Eres de los que les gusta andar de falda en falda
-De no ser así mi vida sería muy aburrida
Uh. Demasiado tarde. No debí decir eso. Mala señal, la joven ha arrugado el entrecejo.
.Apuesto que en mas de una ocasión te han abofeteado –dice un tanto molesta
-Tienes toda la razón. Hasta la fecha no dejan de arderme las mejillas.
Por un instante ella pone los ojos en blanco para no echarse a reír. Mi corazón se salta un latido. La receta para salir de un apuro siempre han sido los chistes más simples.
-¿Sabes?, Llevo un rato observándote y es fácil darse cuenta que alguien como tu que se las arregla solo, que es un espíritu libre, y que vive de emoción en emoción sin medir las consecuencias, no es capaz de tomar a nadie en serio
-Ese soy yo
-Lo sé y eres así porque buscas cualquier forma de evitarte sufrimientos
-Sufre quien quiere. Manejo la filosofía de que cada quien tiene lo que se merece
-¿Ah si? ¿Y tu que mereces?
Oh oh. No esperaba esa pregunta. Esta joven es demasiado sagaz y me ha tomado desprevenido. Pienso en otro chiste pero maldición, no se me ocurre ninguno.
-Me parece que he tocado un nervio, ¿verdad? –dice burlonamente.
Sigo mudo y solo atino a mostrar una sonrisa nerviosa
-Vamos. Quita esa expresión irónica de “no me conoces”. Así no funciona
-No pido que funcione
-No me engañas amigo. Eres del tipo de hombres que construyen para luego destruir. Te encanta hacer eso. Puedo jurar que sales con chicas jóvenes e inexpertas porque así no te involucras. No buscas dificultades ni tampoco ningún tipo de compromiso. Sabes lo que quieres; una cita quizá dos y en cuanto sientes cerca el peligro sales huyendo o provocas que ellas lo hagan primero.
-Soy un libro abierto –le digo disfrazando mi inquietud-. Amo mi libertad y he aprendido que no sientes si no eres vulnerable
-¡Lo sabía! Tienes miedo porque no soportas el amor y cubres ese temor ilusionando a cuanta chica se cruza en tu camino. A leguas se nota que eres un adulador.
-No soy precisamente perfecto y en cierto modo tengo que hacer uso de mis habilidades
-Ajà
-Todos lo hacemos cuando alguien nos interesa
-Eso me queda claro. Ustedes los hombres siempre van a la caza de mujeres hermosas con cuerpos esculturales e insaciables en la cama. Eso es lo único que les importa. El trofeo. La conquista.
-No veo nada de malo en eso si ellas están de acuerdo y no hacemos daño a nadie
-Eso es lo que tu crees, pero bueno; algunos son demasiado listos y tienen la habilidad para separar el sexo del amor
-Mas que habilidad es un problema
-No veo por qué
-Porqué tarde o temprano todo se paga
-Pero eso no les quita la necedad de andar buscando con quien acostarse. Piensan que así nos hacen pagar lo que otras les hicieron y olvidan que su misión consiste en hacernos sentir amadas, seguras, bellas y deseadas. No solo queremos caricias. Necesitamos atención, cariño y comprensión.
-En cuestiones de amor nunca nadie queda satisfecho. Siempre exigimos mas
Puedo sentir la mirada inquisitiva de la joven. Oh si. Ella no baja la guardia
-Dime una cosa, ¿Alguna vez te has enamorado?
-Lo hago constantemente. Siempre hay a la vista un par de bellos ojos que pueden hechizarme. Unos labios carnosos que impulsan a besarlos. Unas piernas torneadas. Una sexy figura de coqueto contoneo. Un noble corazón o una mente brillante que pueden cautivarme.
-¿Y has encontrado todo eso en una misma mujer?
-Hubo un tiempo en el que llegué a pensar que si pero cometí el error de idealizar. Hay una regla que dice que entre mas buscas menos encuentras y cuando la mujer que tanto anhelaba se cruzó en mi camino no supe conservarla a mi lado y heme aquí, siguiendo los rastros de una musa de ojos verdes.
-Debe tratarse de una mujer extraordinaria, Háblame de ella, ¿si?
-No es buena idea
-Tal vez no lo sea pero no pierdes nada si le cuentas a una extraña, tal y como yo lo hice contigo
Recordarla me resulta un agónico placer. No me molesta decir que no hay día que no piense en ella y esta joven no va a descansar hasta que obtenga lo que quiere. Como toda mujer.
-¿Qué te puedo decir? Ella era mi mundo, el único y mas bello que puede existir. Lo mas valioso que había llegado a mi vida. Mujeres así, sublimes y puras, con el sentido de la nobleza intacto y trazadas con esa elegancia y supremacía deben ser tratadas con mucho cuidado. Me bastó un error para perderla y aun así la llevo en la sangre. Sin ella me siento mutilado.
-Wow. Que lindo saber que sigues tan loco por ella
-Le di mi tiempo, mis pensamientos y mis sensaciones. Puse a sus pies lo poco que tengo y no fue suficiente. Quizá pretendí seguir volando muy alto pensando que no naci para estar atado a una mujer.
-No pretendas. Nunca lo hagas. Toda mujer necesita saber que es la única en el corazón de un hombre.
-Le juré valentía, lealtad y respeto. Las mujeres responden a eso pero ella no quiso creer en mí
-Dime la verdad, ¿La engañaste?
-Cuando un hombre ama de verdad a una mujer solo tiene ojos para ella
-Ojalá fuera cierto
-No trato de convencerte. Después de mucho pensarlo y contra mi voluntad, terminé por aceptar que nuestros caminos eran muy diferentes. Ya lo ves, hay historias de amor que tienen finales infelices
-¿Por qué no la buscas?
-No mira hacìa atràs. La amo demasiado para convertirla en lo que no es, y me amo demasiado como para conformarme con lo que ella es
-¡Que egoísta! –ahora si te mereces esa bofetada
-El egoísmo y la honestidad son virtudes que muchos ven como defectos. A mi me funcionan y me mantienen de pie.
Esta vez la joven me mira de manera distinta. Parece desconcertada
-Jà. No se si compadecerte o felicitarte. Eres un caso digno de análisis
-Ya te lo había dicho. No me distingo por ser una buena compañía. Piensalo bien: Cuando te enamoras de una persona erròneamnete te ciegas y crees que puedes aceptarla con todo y sus defectos pero despues de un tiempo comienzas a empeñarte en querer cambiarla y hacerla a tu modo.
-Puede ser, pero tu eres muy orgulloso y vas mas allà. A pesar de todo me haces pensar que sigues creyendo en el amor
-Creo en algo más que una simple emoción que luego de un tiempo se disipa. Algo sólido y majestuoso entretejido en la urdimbre del universo
-Ah, resultaste romántico y soñador. Pero no estoy de acuerdo contigo. Pienso que el amor no tiene nada de cósmico. No es mas que un suceso terrenal que con el paso de los años se ha desvirtuado
-Como un idioma. Cada individuo lo habla a su modo
-O como una batalla. En el amor solo ganan los que se atreven a dar
-Lo importante es que no lo veas como una pregunta. No tiene lógica. Velo como una respuesta a tus sueños, tus planes y tus necesidades
-Si. Debe ser maravilloso tener a tu lado alguien que te apoye en las buenas y malas. Alguien con quien dormir abrazada y que seque tus lágrimas cuando no puedas mas. Alguien en quien confiar a muerte y con quien puedas compartir, tus logros, tristezas y alegrías.
-No lo dudo. Es una bendición contar con ese alguien que te hace ser una mejor persona. Todos los problemas parecen más ligeros cuando tienes un apoyo de esa naturaleza. Pero amar es mucho más.
Amar es honrar. Unir. Construir. Es escuchar en tu pecho el torrente de la sangre hirviendo y la inmensa marea del latido acelerado cuando estas cerca de ese ser tan importante. Amar es provocar. Saciar la sed y la lujuria. Desnudarte por completo mientras cierras los ojos y navegas sin rumbo en las caricias de otra persona.
-Eso en verdad es muy hermoso –dice ella emocionada-. Pero me cuesta trabajo comprenderte. Tienes una idea muy clara del concepto pero no predicas con el ejemplo.
Sonrió y continúo:
-Recuerdo que hace unos años en una noche como esta vi pasar a una pareja de ancianos todo amor y bondad tomados de la mano. Caminaban muy lentamente pero nadie podía negar que estaban hechos el uno para el otro. En aquel entonces era muy ingenuo y se me hizo muy fácil tomar esa imagen de los dos ancianos unidos por tantos años y con esa necesidad de convivencia entre ellos como una definición exacta del significado del amor. Pero con el paso del tiempo y las experiencias adquiridas me di cuenta que también se está con alguien por interés, dependencia, costumbre; la vil y banal rutina o peor aun, por ese maldito temor a la soledad.
-La vida nos lleva por rumbos que no imaginamos y aquellos que se quedan solos es porque les faltó valor para amar.
-No necesariamente. Mucha gente pierde su tiempo tratando de demostrar que saben amar y se cubren con falsas ilusiones y cuando se dan cuenta de su error viven inmersos en una patética vida llenos de frustración. El amor no es para siempre.
-Entonces todo eso que nos venden. Que si el destino. Que si los milagros. Que si las almas gemelas no son mas que puras patrañas
-Lo que es para ti, lo será. Pase lo que pase. A veces nos obsesionamos y no nos damos cuenta que la persona que nos hace felices no es la que esperábamos encontrar.
-Pero tú te proteges demasiado. Cada persona llora de manera distinta y tú lo haces rodeándote de un escudo. Podrás decirme que eres así porque no supiste conservar a la mujer indicada pero, ¿te has preguntado desde el fondo de tu alma si fuiste tu quien no permitió que ella entrara en tu vida? Tal vez has sido amado profundamente y ni siquiera te diste cuenta
-No tiene caso pensar en el "hubiera", probablemente no estaba listo para ella
-Eres mejor que alguien que huye de las personas que le aman. Libérate de esa prisión emocional y permítete sentir toda esa carga de sentimientos que llevas contigo. No te las guardes que queman.
Junta todas esa piezas que has dejado detrás y reacciona pues si no decimos lo que sentimos no tiene caso estar vivos.
-El corazón de un hombre es así. Podrá decirte como vivió y de que murió, pero nunca podrás saber cuanto fue lo que amó.
--Y el de una mujer es todo lo contrario. Nos entregamos por completo y ofrecemos el corazón sin medir las consecuencias
-De poco sirve cuando no somos capaces de adivinar lo que hay en sus cabezas. Es por eso que no se puede entrar en razòn con las mujeres, son como un gran libro sin final. Todo un enigma y por ende es mejor no entrometerse en los secretos que se esconden en la mente femenina.
-Falta de comunicación y entendimiento. Por eso el amor es tan complicado
-El amor allí está, esperando. Los complicados somos nosotros. Me parece ridículo que la humanidad ha logrado sobreponerse a guerras, enfermedades y tragedias y no somos capaces de superar una decepción amorosa.
-Tú lo dijiste. Nadie es perfecto.
De pronto me doy cuenta que perdí la noción del tiempo. Casi amanece y nosotros seguimos farfullando acerca de ese sentimiento con el que los humanos fuimos privilegiados y que tan estúpidamente hemos sabido manejar desde el comienzo de la historia: El amor, tan simple como es.
El semblante de la joven ha cambiado. Atrás ha quedado ese luto que lleva consigo y esa es una buena noticia.
-¿Harías algo por mi? -dice mientras se acerca misteriosa
-Lo que tú pidas –respondo
-Abrázame
Eso hago casi de inmediato y puedo sentir su cuerpo cálido y pequeño vibrando entre mis brazos. Nos fundimos bajo el crepúsculo durante un largo rato en silencio. Solo se escuchan nuestros suspiros. Oh si. Ella es hermosa y huele tan bien.
-¿Sabes que podría invitarte a mi casa? –le digo entonces consiente del riesgo que lleva mi propuesta
-¿Sabes que podría invitarte a la mía? –me dice entre sonrisas-. Pero no arruinemos el momento. Además es muy tarde y tengo que irme, mi familia debe estar esperándome.
-¿Vas a estar bien?
--Esa pregunta tambien es para ti -responde ella haciendo mas fuerte el abrazo. Dios, no quisiera soltarla
-No te preocupes. Constantemente me las arreglo para sobrevivir.
-Ten por seguro que eso mismo harè yo...Oye -ella sonrie dulcemente y me mira a los ojos- Gracias por reconfortarme esta noche. Sin ti realmente la hubiera pasado muy mal.
-Ah. es que olvidè mencionarte que cuando me lo propongo soy encantador
-Ja ja. Eres terrible
Ella me pide lumbre para un último cigarro. Me ofrezco para acompañarla pero me rechaza. Se despide con un breve beso en mi mejilla y mientras la veo alejarse me doy cuenta que olvidé preguntarle su nombre.
No es necesario. Ella es mi conciencia y tarde o temprano volveremos a encontrarnos.
Ha sido una larga y muy productiva noche. De esas que pocas veces se presentan.
Por ahora solo espero llegar a casa y abandonarme al sueño y al olvido.[/b]

miércoles, 9 de junio de 2010

LA TRASLACIÒN DE LA TIERRA


Los titulares de los periódicos amarillistas siempre me hacen reír. Ya saben, ese tipo de publicaciones que por lo general abusan de noticias sensacionalistas llenando sus páginas de imágenes e hipérboles que van más allá de la pornografía.
Hace un rato me detuve frente a uno de esos puestos de revistas que extienden las portadas de sus diarios pregonando toda clase de miseria humana sin ética ni moral que nos apresuramos a leer solo por morbo. En lo personal no acostumbro hacer este tipo de cosas, y de hecho, evito a toda costa involucrarme con todo aquello que concierne a tragedias y desastres pero hoy celebro un año mas de vida y a pesar de que nunca festejo dicha fecha porque no le encuentro sentido, desde hace tiempo mantengo como ritual el leer todo lo que acontece a lo largo y ancho del mundo justo el día de mi aniversario.
En lo alto de todo ese montón de mierda informativa sobresalía un encabezado:

HALLAN CADAVER DE ADOLESCENTE EN UN BASURERO
El cuerpo de la joven mostraba huellas de abuso y tortura


No habría puesto atención a la nota de no ser por la foto que aparecía en primera plana. La imagen era un homenaje a la crueldad y violencia en las que actualmente vivimos. Reconocí de inmediato el rostro de la joven a pesar de los golpes y los moretones. No había cambiado mucho desde la ultima vez que la vi. Seguí leyendo la crónica donde entre otras cosas se decía que la joven había sido brutalmente violada y mutilada. Me fue imposible continuar. El dolor y la sensación de pérdida palpitaron en mis entrañas. Sentí la carga de un mundo injusto y ciego a mis espaldas. Un mundo en completo desorden y enfermo. Todo apestaba a mi alrededor, tanto aquellos necrófagos que se alimentan de la desgracia ajena como quienes vamos tras lo que nos ofrecen sin ocuparnos por buscar la verdad.
Opté por dejar atrás todos esos alaridos en letra impresa no sin antes fijarme en la fecha grabada en el margen de los diarios.
Recién comenzaba el día y ya se me había amargado este aniversario.


365 días atrás
Recuerdo perfectamente la primera vez que la vi. Como olvidarlo si fue un bello obsequio a la vista y la existencia.
Me encontraba sentado fumándome un cigarro mientras esperaba el transporte de regreso a casa.
El trabajo había transcurrido tranquilo y con la rutina de siempre y sin embargo en el interior de mi cabeza se revolvían decenas de ideas y pensamientos de los cuales ninguno me quedaba claro. Cumplía treinta años y el simple hecho de comenzar mi tercera década de vida me estaba resultando bastante complicado. Tiempo atrás había hecho planes y me había puesto metas que al cumplir dicha edad muchos ya han alcanzado e incluso rebasado. Y en mi caso lo único que había logrado era llegar a un punto máximo de estancamiento donde nada podía ser capaz de dejarme satisfecho ni de darme una razón para seguir avanzando. Era mucho mas que una crisis existencial o algo por el estilo. Me sentía enfermo de realidad cuyo principal síntoma era mostrar una enorme indiferencia a la vida.
-¿Me regalas un cigarro?- Una voz dulce y jovial me sacó de mis cavilaciones
Fue curiosa la forma en que me vi frente a ella. Tenia la mirada clavada en el piso y lo primero que vi fueron sus zapatos impecablemente lustrados de negro que contrastaban con la blancura de sus pequeñas calcetas. Levanté un poco la vista y me encontré con un par de piernas largas y perfectamente torneadas. Suaves, firmes y del color del marfil. La falda escolar las cubría ligeramente por encima de las rodillas. Su cintura era breve y la blusa blanca no lograba ocultar la firmeza de sus pechos todavía en desarrollo como cuando ya no son niñas pero tampoco mujeres en su totalidad. De su mochila colgaba el suéter oficial de la escuela colegio y por el escudo deduje que debía ser estudiante del colegio que se encontraba en la calle siguiente de donde yo laboraba.
Tendría dieciséis quizá diecisiete. Toda una vida por delante.
No sé porque pero al verla me puse nervioso. Parecía un tímido adolescente que no sabe que no sabe que hacer cuando se le acerca una linda chica por primera vez.
Busqué en mis bolsillos la cajetilla aplastada y casi vacía. Ella tomó el cigarro con sus delicados dedos y aspiré el aroma a champú en su cabello cuando se inclinó para encenderlo. No pude evitar sentirme hechizado por su belleza. Sus ojos tenían el color de la miel, inquisitivos y luminosos. Tenia la nariz respingada y cubierta de pecas que parecían motas doradas a la luz del sol. La boca era sensual y carnosa, el marco perfecto para una encantadora sonrisa. Su abundante melena brillaba por si sola dándole paso a un coqueto fleco que caía como telón sobre sus ojos. Unos cuantos años mas y la chica rompería un sinfín de corazones.
Podría decirse que era tan perfecta como una muñeca pero no es correcto llamarla así. Las muñecas por muy bellas que sean no pasan de ser solo un adorno.
-Gracias- dijo entonces la joven luego de darle una larga fumada al cigarro.
Se sentó junto a mi y cruzo las piernas de forma elegante. Los pliegues de su falda se movieron un poco dejándome ver una buena porción de la blancura de sus muslos.
Pasaron unos minutos en silencio que se me hicieron eternos. La linda adolescente daba lentas caladas a sus cigarro sumida en su mundo y sus pensamientos. Me sentí incómodo y estúpido ante mi falta de imaginación para iniciar una conversación con ella. Quería conocerla más y preguntarle un sinfín de cosas pero no supe que hacer ni que decirle. Repentinamente me sentí viejo y cansado, a años luz de aquella joven que bien podía ser una de mis alumnas. No abuso de la exageración si digo que dolía ver lo hermosa que era.
Al cabo de un rato apareció mi autobús. Todavía mudo me levanté diciéndole adiós con una seña a la cual ella correspondió de la misma manera.
Ella era un ángel, de esos que no todos los días pisan la tierra. Y dentro de mis fantasías aquel día había valido la pena festejar un año más de vida por el simple hecho de verla.


317 días atrás
Volví a verla en el transcurso de una tarde calurosa. Salí del trabajo un tanto aburrido y fastidiado, y con solo notar su presencia en un instante el mundo encontró un equilibrio. Ella venia con su grupo de amigas parloteando y discutiendo acerca de cosas tan propias de su edad en donde todo es energía y diversión. Me resultaba muy inquietante observarlas. Tan jóvenes y bellas. Llenas de planes y sueños. Llenas de vida y destilando una enorme cantidad de hormonas a su paso. Con ese encanto tan único que emana de ellas, de su cutis terso y de sus caderas redondeadas.
Cuando pasaron junto a mi no se molestaron en verme. Evidentemente sus mentes y sus miradas estaban enfocadas en cosas mucho mas interesantes que un simple mortal como yo.
Pero ella si lo hizo
Volteó brevemente hacía donde yo me encontraba y me obsequió la mas perfecta de sus sonrisas. No supe si se acordaba de mi o era solo un gesto automático típico de las adolescentes que probablemente no son conscientes de lo que son capaces de provocar con un simple movimiento y si lo saben, lo manejan a la perfección.
Lo cierto es que en ese momento fui el hombre mas afortunado sobre el planeta gracias a ese detalle.
Metros adelante ellas se perdieron entre el bullicio de las calles arrancando miradas a todo aquel que se jactaba de ser hombre, dejándome a mi inmóvil y embelesado mientras la veía alejarse llevándose consigo todos mis suspiros.


272 días atrás
Su nombre era Lluvia. Me lo dijo la tarde de un viernes luego de un rato de estar conversando.
Esa ocasión fui yo quien la encontró abstraída en sus pensamientos y vagando en los alrededores de un parque con un vaso de plástico en la mano.
-Un café sabe mejor si lo acompañas con un buen cigarro- le dije al tiempo que le acercaba mi cajetilla
Lluvia me observo por unos segundos y esa sonrisa por la que cualquier hombre podría morir en paz se dibujo en su semblante.
Aun se acordaba de mi.
-Me leíste la mente- dijo ella entonces
Encendí su cigarro y deje que las cosas fluyeron. Me había atrevido a hablarle y mi suerte no debía ser tan mala. Dimos unos pasos y nos sentamos en la banca mas cercana al parque
Me dediqué a contemplarla mientras Lluvia hablaba de cosas intrascendentes, de su colegio, del clima y demás. Yo seguía inerte y negado a apartar mis sentidos de la lozanía de su piel. El resplandor de su cabello, la humedad de sus labios y del perfume natural que desprendía esa linda adolescente que tanto me atormentaba.
Entonces me di cuenta que su mirada no era la misma, parecía un tanto triste y apagada. Pensé en preguntarle si pasaba algo malo con ella pero no quería arruinar el momento. Probablemente estaba pasando por los habituales conflictos de la adolescencia.
-Lluvia es un lindo nombre- atiné a decir tratando de sobrellevar una charla que deseaba con todas mis fuerzas nunca terminara
-No es de mi agrado- dijo ella-. Suena a días nublados y llenos de melancolía
-Pero en cierta forma va contigo
-¿Tu crees?
Asentí, seguro de mis palabras y al observar el fleco de su cabello cubriendo su frente evoqué una ligera llovizna en su rostro cuyas pecas semejaban pequeñas gotas de agua grabadas en su piel.
-¿De qué te ríes?- me preguntó Lluvia ignorando lo que se me había ocurrido
-No es nada. Simples tonterías
Esperaba que mis comentarios sin gracia le dieran ánimos para contarme mas de ella pero no quiso hacerlo. No soy buen consejero pero se me da el escuchar, quizá porque me es necesario saber todo lo posible acerca de la gente que llega a interesarme.
-Bueno- dijo ella señalando su reloj-. Ya es tarde y debo irme-. Se levanto de la banca en cámara lenta y el movimiento hizo que su falda se subiera revelándome el blanco destello en algodón de su intimidad grabando en mi cerebro esa imagen como uno de los recuerdos mas bellos que he de llevarme a la tumba.
Me hubiera gustado abrazarla fuertemente, no con la intención meramente física del contacto ni tampoco para hacerle saber de la fuerte atracción que en mi despertaba, sino para que ella pudiera entender que no hay en el mundo una persona que se encuentre totalmente sola y desamparada. Oh si, siempre habrá alguien pendiente de ti.
-Hasta pronto- se despidió Lluvia con su sonrisa de siempre y esa vez acompañada de un poco de gratitud
-Que te vaya bien- dije yo tratando de igualar su sonrisa y sin dejar de mirarla como ya era costumbre. Perturbado e ilusionado
Tan cerca y tan lejos de ella.


164 días atrás
No volví a verla hasta más de tres meses después.
En ese lapso de tiempo traté de averiguar qué había sucedido con ella. Pero mi información era poca. Solo sabia su nombre y lo poco que me había confiado. Muchas cosas cruzaron por mi mente. Quizá un accidente, algún problema familiar o tal vez solo se había mudado de ciudad. Incluso llegué a pasar por su colegio con la esperanza de encontrarme con ella o preguntarle a alguna de sus amigas. No tuve suerte y no me atreví a ir mas allá
Estaba por resignarme cuando en una de esas tardes la vi pasar delante de mi acompañada de un tipo que no inspiraba confianza.
Había cambiado su aspecto por completo. Llevaba piercings en cejas y nariz. Tenía pintados mechones de colores en el pelo. Había delineado de oscuro sus ojos, su blusa estaba desabrochada y la falda escolar lucía demasiado corta.
Me sentí un tanto desconcertado y se me ocurrió pensar que quizá la estaba confundiendo. Pero no fue así.
Era Lluvia sin duda alguna.
El tipo no lucia diferente. Tatuajes por todos lados, chamarra de cuero, mal encarado y actitud desafiante. Los dos caminaban deprisa, iban fumando y riendo escandalosamente. Apestaban a alcohol y otras sustancias extrañas.
El tipo la llevaba abrazada de la cintura y no pude evitar esa terrible sensación mezclada de celos y envidia por no ser yo quien la estuviera tocando. Duele ver eso y duele todavía. mas cuando eres capaz de poner todos tus sentidos y tus sentimientos en las manos de una mujer que no te corresponde.
No se necesitaba de un gran conocimiento para entender que Lluvia andaba en muy malos pasos
Y no estaba en mi el hacerla entrar en razón. Lluvia había cambiado por completo y no pude evitar sentirme decepcionado.
Cuando Lluvia me vio me ignoró por completo y de aquella, su cautivante sonrisa solo quedaba una mueca cruel y burlona. Está por demás decir que me sentí poco menos que un saco de basura ante su total indiferencia y los gestos groseros que había aprendido en tan poco tiempo.
La había perdido, aun y cuando nunca la tuve.


96 días atrás
La vi por última vez en una noche de farra.
Había salido con unos viejos colegas a beberme unos tragos y luego de varias rondas optamos por un rato de placer en compañía femenina. Era casi de madrugada cuando cruzamos la zona donde se encuentran los antros de mala muerte, los table dance y uno que otro prostíbulo. No suelo comprar caricias, me parece algo muy bajo y patético pero cuando la necesidad es muy grande se hacen a un lado las convicciones.
Ella salió de un callejón y se dirigió hacia la camioneta último modelo que la esperaba en la esquina. Llevaba puesto un diminuto vestido que apenas cubría lo necesario, tacones altos y un bolso de lentejuelas. Había teñido su cabellera de rubio y aparentaba mas edad debido al maquillaje en exceso.
Dejé que mis colegas se adelantaran y me detuve a unos cuantos pasos de ella
-¡Lluvia!- La llamé en un tono lo suficientemente alto para que pudiera escucharme
Ella volteó, me miró y pude advertir en su rostro un gesto de sorpresa. Se quedo inmóvil sin saber qué hacer. Lo mismo que yo.
Me dolió verla así. Ella era un ángel y alguien tan hermosa no tenia porque estar en esas circunstancias.
Lluvia titubeo unos segundos. Quiso decir algo pero se contuvo. Fingió no verme y desvió la mirada. La puerta de la camioneta se abrió y ella entró ignorándome una vez más. Los vidrios estaban polarizados y me fue imposible ver quien se encontraba dentro. Quise gritarle que no se marchara, que todo iría bien y demás estupideces. Pero volví a quedarme atónito y mudo mientras veía alejarse la camioneta.
A lo lejos escuchaba las voces de mis colegas que me estaban esperando. No les hice caso.
Recuerdo que hasta antes de esa noche nunca me había sentido tan brutal y completamente abandonado, aplastado y triste.
Si. El mundo es pequeño, pero más pequeños son los fragmentos de un corazón destrozado


No supe mas de ella hasta hoy en la mañana cuando vi su fotografía en los periódicos
¿Quién eras Lluvia? ¿Cómo habrías crecido y amado? ¿Por qué se apagaron tus ojos?
Ahora solo queda de ti una triste historia de amor, de pérdida y agonía
No te dieron tiempo de vivir
No te dejaron cumplir tus sueños
Y ahora, mientras paso por tu colegio y observo a las chicas de tu edad me pregunto porque las cosas tuvieron que ser asi. En un instante todo es felicidad y sonrisas y al siguiente, dolor y sufrimiento.
Me pregunto si esta es la forma en que el destino mueve sus hilos
Naturalmente nadie tiene la respuesta
Pero es inevitable preguntármelo una y otra, y otra vez.

DAVID ETNAGEVAN

lunes, 31 de mayo de 2010

BAJO EL ÒNIRICO ABRAZO DE UNA MANTIS RELIGIOSA


Deslizo lentamente mis manos por todo su cuerpo acoplándome al balanceo de sus caderas. Ella suspira. Acerca su rostro encendido al mío y puedo perderme en la penumbra de sus ojos. Ella es todo fuego, carne y movimiento. Juguetea con mi cuello. Lengua tibia. Labios eléctricos. Mordisquea mi garganta cubriéndome con la oscura cascada de su cabellera. Siento su aliento cálido y regular, aroma a polvo y a siglos. Su voz es la voz de la pasión. Sus manos, caricias etéreas. Ella sonrie extasiada en su juego favorito, la cazadora sometiendo a su presa incapaz de oponer resistencia.
Recorro entonces sus hombros tersas lunas en medio de la noche. En su piel hay arcilla y encuentro en su pecho dunas de arena blanca. Las pronunciadas curvas que siguen a su cintura me invitan a continuar. Ella se mueve lentamente, entorna los ojos y deja caer su cabeza hacia atrás. Puedo sentir las vibraciones cada vez mas intensas que emiten las ondas liquidas que hay bajo su espalda. Abro sus muslos y atravieso las nubes de humo que hay entre sus piernas. Su vientre sabiamente me guía explorando en la profundidad de regiones ocultas. Ella se agita irreal y peligrosa, llena de un ímpetu que convulsiona mis entrañas.
Su cuerpo se envara y se expande llevándome consigo al ascenso final. Relámpagos perdidos alumbrando nuestra sinfonía de jadeos bajo la danza erótica piel a piel. Veo el rubor en sus mejillas desbordando un alud de placer, sus uñas óvalos perfectos enterrándose en mi espalda. Espasmos y contracciones a dúo en el sublime momento del clímax como solo saben hacerlo dos solitarios amantes cuando pierden la conciencia.

Desperté con la sensación de que el sueño era real, tal y como me venia sucediendo durante las últimas noches. Me di cuenta de la humedad pegajosa que había en la sábana sobre la que estaba acostado. Podía recordar claramente cada detalle de su cuerpo. Cada movimiento salvaje durante nuestro encuentro epidérmico. Podía haber jurado que su aroma seguía flotando en el aire, así como el eco de sus gritos ahogados. Recordarla otra vez logró provocarme una dolorosa erección. Me sentía confundido quizá algo asustado y extrañamente cansado. Aparté las sábanas de un manotazo, puse los pies en el suelo y por un momento mi deseo fue no levantarme, que ella apareciera y siguiera acostada en mi cama esperando un nuevo asalto amoroso. Deje de pensar en tonterías y decidí darme un baño con agua fría para aclarar mis ideas. Tenía que ponerme a trabajar y necesitaba concentrarme, pero de alguna manera ella me lo impedía. No se cuantas tazas de café me tomè ni cuanto tiempo estuve tratando de plasmar las palabras en la hoja en blanco que tenía frente a mi. Era inútil. Su imagen se proyectaba sobre el papel bloqueando mi mente y haciéndome sentir incapaz de poder escribir al menos una frase.
Pasé la tarde en el bar al que suelo acudir en momentos así cuando quiero alejarme de todo. Necesitaba un poco de distracción acompañado de un buen tarro de cerveza. A esas horas el bar comenzaba a llenarse. Traté de poner atención en algunas de las mujeres que buscaban lo mismo que yo, pero no lo conseguí. Opte entonces por embriagarme y ahogarme en un mar de alcohol. Lo cierto es que estaba buscando cualquier pretexto para no regresar al agujero que tengo por casa. No quería hacerlo. Su presencia comenzaba a inquietarme.

El sueño otra vez.
Ella se materializa en el momento más profundo de mi sopor. Se aposenta en mi mente y se mimetiza a su antojo jugando con mi hipotálamo. Puedo sentir el contacto de su torneada figura, los esbeltos brazos flotando dispuestos a comenzar el aquelarre de caricias. Oleadas de calor circulan en mi interior buscando el lugar indicado para estallar. En ella se conjugan mis secretos y recuerdos más ocultos: El sueño húmedo con la dama del látigo. Mi primera erección imaginando los incipientes senos de una novia adolescente. La portada en ardientes colores que provocativa me observa desde el puesto de revistas. Es la obsesión expuesta. El anhelo por el que todos hemos buscado desde el nacimiento del primer hombre.
Ella me mira inocente y agresiva a la vez, sabe lo que pienso y sonrie maliciosa. Su piel se abre y se dilata. Me acogen suaves muros de humedad aterciopelada. Transmite, insinúa y me domina con asombrosa maestría en el juego de la seducción. Veo llamas ardiendo en sus ojos.
-¿Quién eres? – me atrevo a preguntar por primera vez.
Ella menea la cabeza y no me contesta. Intento decirle algo pero hábilmente me lleva consigo en una marea de flujos y sentidos mientras el sudor nos envuelve.
-Al menos dime tu nombre – Mi voz no es más que una súplica perdida en la rítmica fricción de los cuerpos y su respuesta, el velo del misterio. Se que siempre ha tenido un nombre: Lilith, Eva, Venus, Afrodita. Joven Hermosa, Virgen Fatal.
Ella es el sexo definitivo e incontenible. La palabra prohibida, bestia oculta que violenta se mueve en el interior de una niña. De una puta. De una vida…

No recordaba ya cuantas noches llevaba sin poder dormir tranquilamente ni cuantos días sin afeitarme, malcomiendo y con el ánimo muy bajo. Mi aspecto era el de un vagabundo: Pálido, cansado y desvelado. Soñarme con ella noche tras noche compartiendo intimidad y placer había dejado de ser casualidad para volverse un necesario tormento.
Quizá por ello decidí salir a buscarla.
Pasè días enteros vagando sin rumbo y evocando su imagen latente. El sabor de sus labios. La textura de su piel. El contoneo de sus caderas, esos pequeños detalles por los que un hombre es capaz de perder la razón.
Estaba seguro de que ella existía, aquí en el mundo terrenal. Recorrí almacenes y tiendas. Caminé entre calles y parques. Busqué en multitudes con la esperanza de encontrarla. La veía en todas partes y en ninguna. Como un espejismo, igual de lejana.
Todo me resultaba inútil y decepcionante. Me sentía indefenso y a punto de enloquecer.

Descanso en su pubis después de la tempestad y ruego por que este momento nunca termine. Veo mi reflejo en el diáfano resplandor de su mirada translúcida.
Estoy asustado.
-¿Eres real? – Una vez mas la pregunta y una vez mas el silencio. Ella puede leer la angustia y la desesperación en la máscara de mi semblante. Me mira compasiva, gira su cuerpo y monta a horcajadas sobre mí. Puedo sentir el vaporoso contacto de su respiración cuando acerca su rostro al mío. Entonces sonríe, roza mi mejilla y toca mis labios con un dedo.
-Soy el deseo hecho creaciòn – Me contesta con la frialdad del témpano en sus palabras-.El estado perfecto de la lujuria. Soy más que sexo. La fantasía que nunca deja de tener hambre, que se alimenta de tus reacciones cuando tienes a una mujer cerca. De los pensamientos obscenos. De las miradas lascivas y del acelerado ritmo de tus latidos cuando te aproximas al orgasmo.
"Tu placer es mi placer."
Intento despertar pero ella me lo impide. Mujer eterna. Infinita. Responde a mis impulsos manifestándose con la suave elegancia de sus movimientos. Me enreda entre sus piernas y sus pezones erguidos no dejan de observarme. Colisión de mundos en el crepúsculo de sus pupilas. Ella te acecha y te atrapa, y cuando te das cuenta es demasiado tarde. Indómita y Altiva. Cruel y Caprichosa. Ella es capaz de devorarte. De chuparte el alma cuando iluso crees poseerla.
Pienso entonces en la tentación de mi dilema y antes de que pueda hacer algo eyaculo lo poco que queda de mi desgraciada existencia.

Había dejado de soñarla hasta que hace unos días ella reapareció, pero esta vez no en mis sueños. Me encontraba en el bar cuando ella entró destilando sensualidad por cada poro. No estaba borracho. Lo supe porque tanto hombres como mujeres que allí se encontraban, giraron sus cuellos automáticamente al notar su presencia. Ella me vio y esbozo su perversa sonrisa. Yo no hice nada. No me diò tiempo. Permanecí inmóvil observándola por un instante y después salí corriendo.
¿Cuál fue la razón?
Ella era mi sueño., Y si tocas un sueño este se desvanece.
He dejado también de escribir. Hago el intento y simplemente no puedo. Ella en cambio sigue escribiendo su propia historia con la sangre y el semen de todos los que hemos tenido alguna vez un segundo para imaginarla. Ahora mismo en algún rincón oculto de la tierra, otro infeliz tiene el placer y el privilegio de estar soñando con ella. Puedo adivinar la mueca de gozo en su rostro que pronto será de agonía.
Y no puedo evitar sentir pena y al mismo tiempo envidia por él.